Para saber si podremos engañarlo, primero debemos entender cómo funciona y luego analizar qué hay de cierto en los métodos para cambiar los resultados. La prueba de aliento consiste en una medida del alcohol en una muestra del aliento, es decir, soplamos en la boquilla del alcoholímetro y el aparato mide la cantidad de alcohol en nuestro aliento, en realidad esta explicación no es del todo acertada ya que al alcoholímetro le interesa es el aire de lo más profundo de nuestros pulmones, precisamente de los alveolos, de ahí que el operador del alcoholímetro nos obligue a inspirar con fuerza y a expulsar literalmente, hasta la última gota de aire de los pulmones, entonces el alcoholímetro suele tomar como muestra solo la parte final de esa exhalación de aire.
Para entender esto solo imaginemos que mezclamos alcohol y agua en un vaso, parte del alcohol sale del agua y pasará al aire, además cuanto más alcohol tengamos en el agua, más cantidad pasará al aire; lo mismo pasa con la sangre: si nuestra sangre contiene alcohol, el aire alveolar también contiene alcohol y cuanto más copas hayamos tomado, más alcohol tendrá nuestro aire alveolar. Como el aire que analiza nuestro alcoholímetro no es el de nuestra boca, sino el de nuestros pulmones, podemos entonces concluir que es imposible que logremos engañar al alcoholímetro.
A continuación explicamos algunas creencias erróneas que, sin fundamento, pretenden confundir al alcoholímetro, algunas absurdas y otras hasta muy peligrosas, por ejemplo: masticar granos de café, tomar una cucharada de aceite, líquido de frenos o gasolina, medicarse con ibuprofeno u otros medicamentos, comer. Veamos que comiendo el alcohol tardará más en hacer efecto, por lo que tarda más en extenderse por el cuerpo, pero esto no evita que el alcohol se incorpore en nuestra sangre. Otro es, aspirar luego de soplar, de lo cual el operador de alcoholímetro y el mismo alcoholímetro lo advertirían al instante; ingerir crema dental, tampoco tiene utilidad; beber mucha agua tampoco tiene fundamento, por lo que no ayuda a diluir el alcohol; vomitar, lo único que se conseguirá con esto, es eliminar el alcohol del estómago, pero no el que está en la sangre.
También cabe preguntarnos si la lectura del alcoholímetro es confiable, como comprenderán estos equipos ha pasado por un procedimiento de calibración, donde se certifica que el equipo mide correctamente, sin embargo existen algunos casos en los que se puede llegar a alterar los resultados: el ejercicio o la respiración muy agitada. En un estudio, la prueba en personas disminuye hasta un 22 por ciento después de subir 12 pisos corriendo por las escaleras, por otro lado, los líquidos de enjuague bucal aumenten la concentración inicialmente, ya que algunos contienen alcohol.
Finalmente podemos entonces afirmar que hemos encontrado la forma de engañar al alcoholímetro y no dar positivo en la prueba, la cual es NO BEBER CUANDO VAMOS A MANEJAR